lunes, 28 de abril de 2014

El escándalo Snowden empuja a países como Alemania, Brasil, India o Rusia a combatir la primacía de EE UU en área digital.

De ABC Tecnología.
La CIA inventó Internet y sigue, todavía hoy, detrás de su desarrollo. Con este brochazo conspiranoico, el presidente ruso,Vladimir Putin, dejó de lado el jueves la crisis en Ucrania e invocó el interés nacional para cargar contra la integridad, no de un país vecino, sino de una World Wide Web que calificó de «proyecto de la CIA».
«La nación tiene el deber de resistir esa influencia y de luchar por sus intereses online», dijo el mandatario ruso en una conferencia sobre medios de comunicación en San Petersburgo. Con sus fuerzas especiales atareadas, según denuncian Kiev y Washington, en sembrar la discordia en el Este de Ucrania, Putin ha recurrido esta semana a sus huestes parlamentarias para aprobar una ley que obliga a las empresas tecnológicas extranjeras, como Facebook, Google o Twitter, a tener sus servidores en suelo ruso.
Al situar Internet en la diana, el presidente ruso acerca más la posibilidad de lo que muchos expertos califican como balcanización de Internet. Las escandalosas revelaciones del exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU. (NSA), Edward Snowden, han empujado a varios países, tanto democráticos como autoritarios, a estudiar formas de contrarrestar la primacía del gobierno y las empresas estadounidenses en la red global. El alcance ilimitado del espionaje digital de la NSA, y de su equivalente británico, ha puesto en colisión el interés global por mantener un Internet universal con el deseo de muchos gobiernos de mantener sus comunicaciones, y la privacidad de sus ciudadanos, fuera del alcance de los cibervigilantes de la NSA y del Cuartel General de Comunicaciones británico (GCHQ).
En un reciente debate televisado por una cadena rusa, el propioSnowden -que ha encontrado refugio en Moscú desde que el «The Washington Post» y «The Guardian» comenzaron a publicar el escándalo- irrumpió en el turno de preguntas a Putin para plantearle si Rusia interceptaba y almacenaba comunicaciones, como hace Estados Unidos. «Espero que no lo hagamos», dijo en medio del aplauso de la audiencia. «No tenemos tanto dinero como en EE.UU.», siguió, con notable cinismo. A Putin le molesta especialmente que el buscador más utilizado en Rusia, Yandex, esté registrado en Holanda y mantenga sus servidores fuera del país.
Un Internet «soberano» facilitaría que las fuerzas de seguridad rusas –o de Irán, o de China, o de Francia…- pudieran controlar las comunicaciones digitales si los datos se almacenan en Rusia, y no en California o en Islandia, y los proveedores de servicios que los transportan se someten a la legislación rusa, sin posibilidad de escapatoria. Dos jefas de gobierno espiadas por la NSA, la canciller alemana, Angela Merkel, y la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, han abanderado esta noción de soberanía digital, aunque con una motivación más encomiable: evitar que sus teléfonos móviles, y los de sus ciudadanos, sean escuchados por los satélites de la NSA o de sus aliados.
En la última Asamblea General de la ONU, la presidenta brasileñaapeló a los demás países a desconectarse de la hegemonía estadounidense en Internet y a desarrollar sus propias redessoberanas, con sus estructuras de gobierno. Brasil llegó a considerar la adopción de una ley similar a la aprobada en Rusia esta semana, para exigir a los gigantes tecnológicos tener sus servidores de datos en suelo brasileño. Países como Turquía, que acaba de crear un equivalente progubernamental a Twitter, India o Indonesia se han mostrado muy receptivos a esta noción de soberanía digital que les libre de la primacía de los gigantes californianos que dominan el sector.
Pero las implicaciones técnicas y financieras resultan demasiado onerosas. Así explicaba el coste de la balcanización de Internet Sascha Meinrath, director del Open Technology Institute, en un artículo publicado el año pasado en «Slate»: «Internet corre el riesgo de pasar a ser como el sistema ferroviario europeo, donde las diferencias de voltaje y una veintena de tecnologías de señalización diferentes fuerzan a los operadores a pararse y cambiar de sistema, o incluso de locomotora, lo que resulta en retrasos, ineficiencias y mayores costes».
Rousseff ha convocado esta semana en Sao Paulo a unos 800 representantes de gobiernos, empresas y ONGs de 85 países para la conferencia NETmundial, sobre el futuro de la Red. En el documento adoptado el jueves, que no tiene la condición de vinculante para los gobiernos, se destaca la necesidad de que Internet configure un «espacio unificado y no fragmentado». Entre los principios consensuados tras dos días de debates, figura la exigencia de que internet siga siendo «una red de redes coherente globalmente, interconectada, estable, no fragmentada y escalable, basada en unos identificadores comunes y que permita la libre circulación de un punto a otro de paquetes de datos e información, independientemente de su contenido legal»
El gobierno de Estados Unidos logró eliminar en Brasil cualquier referencia explícita a la NSA. La declaración exige, en este campo, simplemente el derecho a «no ser sujeto a vigilancia ilegal o arbitraria». Pero el escándalo Snowden ha forzado a EE.UU. a realizar algunas concesiones en la batalla por el control de la red. La más notable, el anuncio el mes pasado de que el departamento de Comercio renunciará a la supervisión del ICANN (Internet Corporation for Assigned of Names and Numbers), la entidad californiana sin ánimo de lucro que, hasta ahora, estaba encargada de gestionar los dominios en la red (como el «.com» o «.es»).
La guerra de Internet, en todo caso, sigue abierta. China, Rusia, y países aliados como Tayikistán y Uzbekistán, han reiterado esta semana en el foro de Brasil la exigencia, que ya plantearon en diciembre de 2012 en una cumbre similar en Dubai, de someter Internet a una regulación «dura», o clásica, basada en acuerdos internacionales entre Estados. Otros, con el Reino Unido al frente, defienden una regulación «suave», basada en principios compartidos, asumidos por todos los operadores públicos y privados, en la línea de los aprobados en la NETmundial. Y, en el medio, líderes como Merkel y el presidente francés, François Hollande, que, en su último encuentro bilateral, debatieron medidas para asegurar «un nivel elevado de protección de los datos para sus ciudadanos». Es decir, formas de sortear a Google, Facebook o Skype.
«Hablaremos con los proveedores [de Internet] europeos que ofrecen seguridad a nuestros ciudadanos, para que no tengamos que enviar emails y otras informaciones a través del Atlántico«, explicó Merkel en febrero. Por lo general, esta posibilidad de que la red global comience a fragmentarse en diferentes jurisdicciones legales y tecnológicas asusta a los expertos. «Imagínense un mundo de redes múltiples y murallas que denieguen la entrada a los datos en las fronteras en función de dónde se originen y dónde hayan estado en la red», se exclamaba Ambrose McNevin, un experto de la compañía de centros de datos DatacenterDynamics, en un artículo reciente.
Consideraciones técnicas aparte, Putin tiene razón, en parte. Arpanet, una red digital considerada como la precursora de la World Wide Web, fue una creación del Pentágono. Y esa ventaja inicial en la carrera tecnológica ha garantizado una enorme ventaja empresarial y estratégica a Estados Unidos. Hasta ahora.

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